Si pudiera quitarte las espinas
con mis manos humanas y terrenas,
si pudiera mi fe sobre las hienas
plantar montes de jaras y de encinas...
Ahondaría los mares y las minas
donde el oro florece sin cadenas,
y podría robar las cosas buenas
que a través de la luz, se hacen divinas.
¡Con qué manos pondría en tu cabeza
esa saliva dulce o ese ungüento
que aliviara el dolor de tu desgarro!
No sé si es tuya o mía la tristeza
pero el dolor que sientes yo lo siento
como siente la tierra el sol y el barro!
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